04 abril, 2007

Invertir más en RSE


Argentina concluyó el 2006 con indicadores macroeconómicos positivos que siguen dando cuenta de una recuperación sostenida del PBI en los últimos 50 meses, pese a que han comenzado a encenderse algunas luces de alerta sobre el futuro (inflación en aumento, falta de inversión suficiente para acompañar el proceso de crecimiento, salarios que no crecen en igual medida que la inflación, etc.).

Empero, las previsiones para el 2007 en curso son alentadoras. Economistas de diversas corrientes coinciden en señalar que, favorecido por una especial coyuntura internacional y por el precio de ciertos commodities, nuestro país mantendrá su elevada tasa de crecimiento durante este período.

Sintetizando: pese a tocar fondo tras la crisis de 2001, de las más truculentas en nuestra corta historia, Argentina ha sorprendido a propios y extraños con uno de los índices más altos de recuperación –a nivel mundial- y el mayor de América Latina (1). Ciertos problemas estructurales siguen allí, latentes, irresueltos. Pero nos encontramos ante la oportunidad histórica de sortearlos, introduciendo las reformas necesarias para consolidar el desarrollo sustentable (y sostenido) de nuestra economía y de la sociedad en su conjunto.

Los factores antes descritos no pueden ser desdeñados si se quiere analizar, por ejemplo, el desarrollo del movimiento por la RSE en nuestro país
. Es que con algo de imaginación pueden encontrarse muchos paralelismos entre los fenómenos macroeconómicos y los actuales procesos en materia de RSE.

Veamos. Al igual que la economía, la RSE viene creciendo en forma sostenida de un tiempo a esta parte. Como muestra, se han creado más de 20 Gerencias y Comités de Responsabilidad Social Empresaria o Corporativa en empresas argentinas (o transnacionales operando en el país) durante los últimos dos o tres años. Estas nuevas estructuras dependen -en la mayoría de los casos- de la Alta Dirección y cuentan con presupuestos propios para el desarrollo de sus tareas.

El aumento en la demanda de capacitación y profesionalización en estos temas por parte de las compañías también ha sido exponencial, acompañado por la organización de un sinfín de eventos, seminarios y conferencias en todo el territorio nacional (particularmente en Buenos Aires), en una agenda casi frenética.

Ni qué decir de la multiplicación de los galardones, premios y reconocimientos que variadas organizaciones entregan a las empresas por su actuación en temas de Ética, Medio Ambiente, Relaciones con la Comunidad, Desarrollo del Personal, Salud y Seguridad en el Ambiente de Trabajo, etc.

Por su parte, el contexto internacional favorece y estimula la adopción de prácticas éticas y socialmente responsables. En muchos mercados ya es una condición sine qua non para poder comercializar allí diversos bienes y servicios, en tanto que las bolsas y fondos de inversión internacionales desarrollan nuevos índices e instrumentos para premiar a las empresas con conductas responsables.

Pero, en forma análoga a la economía, el desarrollo de la RSE en Argentina adolece algunos problemas que de no ser tratados a tiempo pueden menguar su capacidad de impacto y proyección hacia el futuro.

Sin ir más lejos, existen procesos “inflacionarios” en la RSE. ¿La prueba más fehaciente? Compañías que, tal vez por desconocimiento pero con gran pompa, presentan como programas de RSE acciones muy elementales. Que ni siquiera han superado las etapas de la “empresa autista” y de la “filantropía activa” a las que suele aludir Bernardo Kliksberg (2). Inflan sus acciones. Comunicar bajo este parámetro conlleva un riesgo cada vez mayor para tales empresas frente a públicos de interés movilizados e informados, y consecuentemente mejor preparados para distinguir la paja del trigo.

Además, las empresas interesadas en contribuir efectivamente al desarrollo sustentable del movimiento que pugna por más RSE, deberán potenciar los actuales niveles de inversión en el tema. Por caso, faltan investigaciones en profundidad que exploren la situación nacional (cantidad de empresas aplicando políticas de RSE, rubros más interesados en el tema, qué pasa con las PyMES, etc.); los beneficios concretos de la adopción de tales prácticas; o las reacciones de los consumidores y de la sociedad en general frente a informaciones al respecto.

Brasil nos lleva una distancia considerable en este último punto. Y ello se refleja en la calidad de las prácticas y programas de las empresas del vecino país.

El último escollo es la necesidad de aumentar la inversión y los esfuerzos para que la RSE deje de ser un tema residual de la gestión corporativa, para transformarse en un modo de hacer las cosas. Un modus operandi que trascienda las barreras de la actual “tendencia” hasta convertirse en un auténtico proceso de transformación social y económica, en beneficio de toda nuestra nación.

Estamos frente a una oportunidad histórica. Por favor, no la dejemos pasar.

Alejandro Roca
Director Área Comunicaciones
IARSE

(1) "Acicateado por el consumo, el Producto Bruto Interno (PBI) real se incrementará este año en torno al 8,5 por ciento. De esta manera, la economía argentina creció casi el 50 por ciento desde el piso de 2002”. Javier Marín – Especial para La Mañana de Córdoba – Noviembre de 2006.
(2) El economista Bernardo Kliksberg menciona tres etapas en el desarrollo empresarial. En su opinión, se pasó de la etapa de la “empresa autista” de Milton Friedman, a la de la filantropía activa, y ya está en pleno desarrollo una tercera: la de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE). “RSE, un imperativo ético y económico”.

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